
China ve poco provecho en rendirse ante las amenazas arancelarias del presidente Trump, calificándolas de “chantaje” y prometiendo “luchar hasta el final”.
Por Agencias
Xi Jinping quiere que sepas que no será intimidado.
Ante la amenaza más reciente del presidente Donald Trump de imponer un arancel adicional del 50 por ciento a los productos chinos a menos que Pekín revoque sus gravámenes de represalia sobre las importaciones estadounidenses, el máximo dirigente chino se ha mantenido desafiante. Su Ministerio de Comercio acusó el martes a Estados Unidos de “chantaje” y declaró que Pekín “lucharía hasta el final”.
Pero detrás de la bravata hay un conjunto de realidades más complicadas para Xi que hacen que sea política y económicamente insostenible ofrecer concesiones al mayor socio comercial del país y principal rival por la influencia mundial. Dado que Trump también se niega a dar marcha atrás, puede ser inevitable una devastadora guerra comercial entre las dos mayores economías, un enfrentamiento con dolorosas consecuencias que se dejarán sentir en todo el mundo.
El dilema para Xi es que parecer débil no es una opción, pero devolver el golpe entraña el riesgo de una mayor escalada. El dirigente chino se ha presentado a sí mismo como un salvador nacional que está rejuveneciendo la grandeza de su país. Por lo tanto, Pekín tiene menos flexibilidad para echarse atrás en una lucha con Washington, como han intentado otros socios comerciales de Estados Unidos, como Vietnam, porque podría socavar la legitimidad de Xi, afirman los analistas.
“La respuesta de Pekín hasta la fecha ha hecho hincapié en tres cosas: resolución, resistencia y represalias”, dijo Julian Gewirtz, exfuncionario de alto rango de políticas sobre China en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado durante la presidencia de Joe Biden, quien ahora está escribiendo un libro sobre las relaciones entre Estados Unidos y China.
“Xi se ha forjado una imagen de sí mismo como hombre fuerte y desafiante al frente de un país poderoso, y los mensajes oficiales de China transmiten que están decididos a hacer frente a la presión estadounidense incluso a un alto costo”, dijo.
Esto ayuda a explicar por qué China echó por tierra un acuerdo la semana pasada para vender una parte de TikTok a inversores estadounidenses en respuesta a los amplios aranceles de Trump, y por qué se resiste a vender los puertos que son propiedad de la empresa hongkonesa CK Hutchison a lo largo del Canal de Panamá.
También explica por qué Pekín amenazó el martes con más contramedidas si Trump seguía adelante con la imposición de un 50 por ciento adicional de aranceles a los productos chinos. China ha dicho que está dispuesta a mantener conversaciones, pero no bajo presión.
También es probable que los dirigentes chinos estén calculando que un enfrentamiento con el gobierno de Trump es inevitable, según los analistas. Los aranceles de Trump de la semana pasada —que también se dirigieron a países como Vietnam y Tailandia, donde las empresas chinas han establecido fábricas para eludir anteriores aranceles estadounidenses— se verían en Pekín como una prueba de que Washington está decidido a bloquear el ascenso de China.
“Desde este punto de vista, no se puede ganar mucho rindiéndose ante la última exigencia de Trump, porque no resolvería el desafío subyacente de Estados Unidos”, dijo Ryan Hass, director del Centro John L. Thornton sobre China de la Brookings Institution. “En el mejor de los casos, creen, se limitaría a aplazar la determinación de Estados Unidos de destruir la economía china”.
Las crecientes tensiones hacen cada vez más improbable una reunión entre Xi y Trump.
Trump, quien considera la imprevisibilidad como su arma distintiva, ha dicho que está abierto a entablar conversaciones con Xi, e incluso ha sugerido que el líder chino lo visitaría. Pero los funcionarios chinos son reacios a programar una reunión hasta que ambas partes hayan negociado los detalles por adelantado.
Incluso si Xi cediera y se sometiera a las exigencias de Trump de cancelar los aranceles de represalia de China, no está claro qué acuerdo comercial, si es que lo hay, haría mella significativa en el enorme desequilibrio comercial entre ambos países. El año pasado, Estados Unidos importó productos chinos por valor de 440.000 millones de dólares, más del triple del valor de los 144.000 millones de dólares de productos estadounidenses que importó China.
Según Yun Sun, director del programa sobre China del Centro Stimson de Washington, Pekín considera que Trump está centrado exclusivamente en socavar el dominio de China en las exportaciones para que la industria manufacturera vuelva a Estados Unidos.
“La desvinculación podría ser el desenlace”, dijo Sun, describiendo cómo China probablemente interpreta los motivos de Trump.
Xi lleva mucho tiempo advirtiendo que el ascenso de China probablemente no quedaría sin respuesta por parte de Occidente, e invirtió mucho en esfuerzos para aumentar la autosuficiencia de China.
Esta semana, mientras los mercados bursátiles de todo el mundo caían, Pekín movilizó a los bancos y empresas de inversión estatales, conocidos informalmente en China como el “equipo nacional”, para apuntalar sus tenencias de acciones chinas en un esfuerzo por frenar la caída. Las acciones chinas subieron ligeramente el martes, tras las grandes caídas del día anterior.
Y el Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista, publicó el domingo un comentario en el que instaba a los ciudadanos chinos a confiar en la capacidad de China para hacer frente a los aranceles. El artículo argumentaba que China ha ampliado sus mercados comerciales fuera de Estados Unidos y que la economía china se está volviendo más autosuficiente con la ayuda de avances tecnológicos como la inteligencia artificial.
Los economistas afirman que estos puntos son ciertos, pero que una guerra comercial en toda regla a la escala amenazada por Trump seguirá infligiendo un dolor considerable a China. Si el gobierno de Trump impone un arancel adicional del 50 por ciento, podría elevar el gravamen estadounidense sobre los productos chinos al 104 por ciento. Para algunos productos, sin embargo, es probable que la tasa sea mucho más alta debido a aranceles que se remontan al primer mandato de Trump.
Es posible que los exportadores chinos no puedan simplemente desviar sus mercancías a otros países, porque la avalancha de exportaciones chinas ya ha suscitado preocupación en mercados importantes como la Unión Europea.
Al mismo tiempo, en este juego de políticas arancelarias arriesgadas, los analistas en China creen que es más probable que Trump sucumba a la presión interna para cambiar de táctica, debido al aumento de los costos de los productos y a la caída en picada del valor de las acciones en Estados Unidos.
“Si se trata de quién puede soportar más dolor, China no perderá”, dijo Wang Wen, decano del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin en Pekín.
Estados Unidos necesitaba a China, dijo Wen, más que China a Estados Unidos, porque las fábricas chinas fabrican piezas y componentes que no pueden encontrarse en ningún otro lugar del mundo.
“Otros países comprarán productos a China y luego se los venderán a Estados Unidos”, dijo.
Parte de la estrategia de China ha consistido también en utilizar las caóticas consecuencias de los aranceles de Trump para intentar apartar al resto del mundo de la órbita de Washington.
Al parecer, Xi tiene previsto visitar países del Sudeste Asiático, entre ellos Vietnam, la próxima semana. Pekín también ha intentado proyectar un frente unido con Japón y Corea del Sur contra los aranceles de Trump, aunque funcionarios de Tokio y Seúl, que dependen de Estados Unidos para su seguridad, se han distanciado de la postura china.
El mismo día en que Trump dio a conocer sus aranceles, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino publicó un video en las redes sociales en el que señalaba a Estados Unidos como fuente de daño e inestabilidad, con referencias a la campaña del presidente estadounidense para deportar a migrantes y a los aranceles impuestos a automóviles recién entregados en un puerto. “¿Quieres vivir en un mundo así?”, pregunta un narrador.
Le siguieron escenas de soldados chinos de mantenimiento de la paz y equipos de rescate chinos sacando víctimas de entre los escombros tras el reciente terremoto de Birmania, con una banda sonora que incluía “Imagine” de John Lennon.
“No hay duda de que Pekín está aprovechando este momento”, dijo Danny Russel, analista de diplomacia y seguridad del Asia Society Policy Institute de Washington. El video del Ministerio de Relaciones Exteriores es “puro jiu-jitsu propagandístico” destinado a “pintar los aranceles de Trump como un imprudente caos estadounidense mientras China ofrece orden y asociación”.
“Pero la perspectiva en Pekín es contradictoria”, dijo Russel. “El instinto de Pekín es evitar interrumpir a su enemigo cuando está cometiendo un error, pero también les preocupa profundamente que esos errores puedan hundir la economía mundial, y a China con ella”.