EN PARTIDA DOBLE
Alejandro Mares Berrones
Ni en los tiempos más negros del PRI rancio, cuando se usó para trabar acuerdos y dar seguimiento mediático a la campaña de Rodolfo Torre Cantú, el Salón Terraza Olé se había estremecido como con las historias que ahí se tejieron en el sexenio corrupto de Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Fue un tipo apodado “El Ruso” quien medió para pactar la renta de ese inmueble; pero la encomienda la recibió Braulio Romero Ascencio, quien traía charola de la Fiscalía General de Justicia del Estado, pero sus oficios en el lugar, eran otros.
Romero Ascencio, como Director General de Administración de la Fiscalía, contactó con los dueños del Salón Olé Terraza para que funcionara como “Búnker”, con personal para realizar tratos fuera de oficinas gubernamentales, siendo funcionario y operando con personal contratado por el estado para “negocios” particulares.
Su hermano, Gabriel Ángel Romero Ascencio, operaba desde fuera la intervención de celulares y computadoras, la creación de páginas web y cuentas en redes sociales, influencers, noticieros y medios por donde se desacreditaban con noticias falsas a los adversarios del régimen cabecista.
El espionaje alcanzaba el uso de checadores digitales y de iris de los trabajadores, cámaras y micrófonos repartidos en las sedes públicas, por los que cobraba renta aparte al Gobierno del Estado, lo que quiso continuar en el nuevo sexenio.
El 14 de octubre, dos semanas después de iniciado el nuevo gobierno, causó baja el hermano. La llamada “Oficina Olé”, entonces, fue el lugar donde se llevó a cabo el intercambio de dinero entre empresarios, funcionarios y emisarios del gobernador del pasado sexenio cabecista, operados por su hermano, el entonces Senador de la República y hoy diputado local plurinominal del PAN, esto se hizo público en algunos medios de comunicación estatales y nacionales.
Ismael García Cabeza de Vaca, de acuerdo con esas publicaciones, era quien asignaba cuotas, recogía y disponía el flujo de extorsiones, “diezmos” que se tasaban en el 30 por ciento de los pagos por bienes y servicios prestados al estado a los proveedores, así como se retiraban asignaciones completas a empresas factureras.
Los más asiduos concurrentes a la Oficina Olé, además de Ismael y Braulio, quien le calentaba la silla en su ausencia, eran Enrique Jorge “Henry” Nader y Román Castillo Airola; uno, subsecretario de Administración y Finanzas de la Secretaría de Salud y el otro, Director de Compras de la Secretaría de Administración del Gobierno del Estado. Estos personajes, hoy están sujetos a proceso judicial y plenamente identificados como cercanísimos amigos de Ismael.
“El Henry”, aparece en la mitad de los hallazgos de irregularidades encontradas por el nuevo gobierno, respecto del anterior; ahora mismo está arraigado por la simulación en cobertura de seguros para trabajadores, pero sus implicaciones están en todos los desvíos que usaron como pretexto de la pandemia del COVID, en la renta de equipo y simulación de compras de medicamentos, entre otros, ampliamente documentados por los medios de comunicación que han investigado estos actos de corrupción.
El paso del último por el servicio público, será ejemplo de otros caminos torcidos del ejercicio del poder panista, en la faceta de Ismael García Cabeza de Vaca.
En la administración Municipal reynosense 2005-2007 de Francissco Javier García, Román Castillo fue coordinador de Recursos Materiales de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillados; en cuanto aquel llegó a la gubernatura, lo nombró Director General de Compras y Operaciones Patrimoniales del Estado.
Tuvo que sacarlo de ahí, cuando se cayeron los parches con los emblemas de aquí, revelando los de allá, de decenas de miles de mochilas compradas por el Gobierno de Guanajuato y facturadas en Tamaulipas como compra propia, para repartirse entre los estudiantes tamaulipecos. Este hecho fue un escandalo que escaló a nivel nacional por la clonación de esas mochilas.
Por supuesto, el amigo de Ismael no fue denunciado y procesado por el fraude; se le reivindicó en el cargo con que había iniciado en el ayuntamiento cabecista de Reynosa, pero ahora en la COMAPA de Victoria: Coordinador de Recursos Materiales.
Ahí permaneció un año -como en el cargo anterior-, hasta que sus “aportaciones a la causa” le otorgaron la Gerencia de la institución, en noviembre del 2019; sus visitas a la “Oficina Olé” significaron un endeudamiento de 400 millones de pesos del órgano operador de aguas, solo por el pago de energía eléctrica que dejaron de hacer en todo ese tiempo de “su gestión”, para completar la cuota.
Las COMAPAs fueron de las fuentes más recurrentes para el tránsito de capitales públicos a privados, con cita en la Oficina Olé.
Otro botón de muestra del modus operandi del “Hermano Lelo”, es el caso del empresario Luis Pastrana Valls, a quien se encontró en el 2019, una toma clandestina de la red de agua potable en Tampico, misma que usaba para abastecer el alto consumo de su negocio, Lácteos de Tamaulipas S. A. de C.V. (La Hacienda).
De la negociación para cancelarle el pago por más de 3 millones de pesos por el líquido robado, Pastrana resultó muy amigo de Ismael y para el 2020 ya estaban haciendo pingües negocios al amparo del presupuesto estatal.
La industria láctea se convirtió en tienda abarrotera y “vendió”, por adjudicación directa -sin licitación- más de 2 millones y medio de despensas en 250 pesos cada una.
Los tres millones de pesos del agua robada se volvieron nada; de las despensas nadie tiene constancia de su entrega, pero Ismael siguió engordando sus cuentas y el Secretario de Bienestar que firmó el pedido, Rómulo Garza ya va para un año en la cárcel, aunque jura que él solo dijo “Olé”, viendo los vacas desde la barrera.
Esa fue solo otra derivación de la corrupción rampante asociada a la familia “gobernante” que tenía en la Oficina Olé su caja recaudatoria; directamente, de la Comisión de Agua Potable de la Desembocadura del Pánuco se han denunciado desvíos por más de mil millones de pesos durante el sexenio cabecista.
Jorge Federico Rivera Schote, el primer Gerente nombrado por aquellos, entabló relaciones amistosas con Ismael, cuando su nombre apareció en las investigaciones sobre la corruptora transnacional Odebrecht; presuntas aportaciones a la campaña de Rodolfo Torre Cantú acercaron a los Cabeza de Vaca a esa fuente.
Su nombramiento fue la confirmación de sociedades antes y su retiro, en cuanto el PAN perdió la sucesión estatal, la intención de borrar la secuela de latrocinios consumado al amparo del nombramiento.
EN CONTRAPARTIDA, en su tiempo, señalamientos periodísticos aseguraban que el saqueo a la COMAPA Tampico -valuado en más de mil millones de pesos- se entregaba a Ismael García, para financiar las campañas del PAN y manipular la actuación de legisladores.
Los presuntos involucrados negaron tales especies y aseguraron que el “Hermano Lelo” se quedaba con todo el producto de esas operaciones.
La Unidad de Inteligencia Financiera detectó que Ismael tiene tres inmuebles en Texas y ocho camionetas que suman 7 millones de pesos; también recibió sueldos de empresas fachadas y listadas como EFOS.
“Sus operaciones financieras rompen su perfil a partir de que su hermano es nombrado gobernador del Estado de Tamaulipas (de 2017 a 2018 recibe 9.3 mdp de sueldos y salarios); solo reportó 18.3 millones de pesos de los 65.2 millones que logró identificar la UIF en sus ingresos. Ese dinero provino de 10 empresas, seis nacionales y cuatro estadounidenses”, reportó la UIF.
Gabriel Alejandro Guerra Turrubiates, relevó, los últimos meses, a Rivera Schotte en la COMAPA del sur, pero este siguió reportando a Ismael el producto de los desvíos, también publicaron medios en su oportunidad, de lo que existen denuncias, inhibidas por infiltrados en las instancias jurisdiccionales, ya superados.
Expedientes abiertos por corrupción en las COMAPAS, cuyos titulares pasaron por la Oficina Olé, existen de numerosos municipios, incluidos González, Aldama, El Mante, Xicoténcatl, entre otros, además de los ya mencionados.
Los fideicomisos de Nuevo Laredo y del Consejo Tamaulipeco de Ciencia y Tecnología, donde se depositaban las multas que en forma discrecional se imponían a los partidos políticos por cientos de millones, fueron otro acicate para que los titulares se acercaran a la oficina Olé.
Arnoldo de la Garza Guerra tituló el primero y por Nuevo Laredo, el alcalde de ese entonces, Enrique Rivas Cuellar, debió pagar las consecuencias de un mal reparto, por la venta adulterada de terrenos “para el World Trade Center” a un íntimo, al exalcalde panista, se le mandó a perder la diputación y ya no se le dejó volver al Ayuntamiento.
En las rutas de la corrupción del pasado sexenio, figura recurrente es Ismael García Cabeza de Vaca; todos los caminos conducen a él y los más, tuvieron escala en la famosa Oficina Olé.